viernes, 10 de agosto de 2007

Luifa.













La despedida del “Luifa”

La cancha ubicada al frente de su casa, ganó en popularidad porque con los restos de una chatarra, su tío fabricó unos arcos de hierro, que eran la locura de los chicos. El campito se convirtió así, en el mejor potrero de Moreno, que fue querido y cuidado por muchos padres. ¡Como no lo iban a cuidar, si en otros potreros, los travesaños de los arcos, volaban con cualquier pelotazo!. Eran árboles puestos en orqueta. Eso simplemente es una prueba de esfuerzo y dedicación.

El primer equipo nació - coincidentemente - con la compra de un juego de camisetas de piqué, en la feria de Moreno. Se parecía al Santos de Brasil, pero sin Pelé. Además, lo diferenciaban dos franjas de color rojo y verde en la camiseta, mientras que los pantalones y las medias eran totalmente blancos.

En un grupo numeroso, es fácil cosechar amigos. El "Luifa" los tuvo, pero muchos de ellos, al casarse, decidieron emigrar. Daniel, un vecino al que llamaban Mafalda, era el primero que tocaba el timbre de su casa para ir a jugar.

El primero en tocar el timbre en la vida del Luifa fue un integrante del cuerpo técnico de Ferro. El entendió que Luis Fabián Artime tenía todas las características para ser un delantero importante, por eso, el papel que cumplió el profesor Luis Bonini fue fundamental. El lo formó físicamente y Griguol lo ubicó de número nueve. Debido a que Ferro debió afrontar en 1985, el campeonato local y la Copa Libertadores , fueron promovidos algunos juveniles a la primera división. Así, debutó con diecinueve años de edad, el marplatense Gustavo Acosta, además de Gargini y "el Gallego" González, que se sumaron a Crocco, Noremberg y Oscar Acosta, delanteros ya consagrados.

El "Luifa" vivió nuevas sensaciones al ser promovido. Tuvo una gran motivación, tal vez la primera de su carrera deportiva, al tener un lugar en el banco de suplentes. Comenzó a codearse con las figuras del momento, sumó experiencias que otros le trasmitían y que él compartía bien de cerca y hasta llegó a escuchar una voz que le decía: "tranquilo pibe, la hora del debut se aproxima". Faltaba sólo un detalle: debía estar preparado.

Así, fue un integrante más del banco de sustitutos en los partidos en que Ferro enfrentó a Chacarita, Racing de Córdoba y Vélez Sársfield, cuando la primera parte de la temporada 1985-86 llegaba a su fin.

El 15 de agosto de 1989, "el Luifa" daría su primer paso importante en su carrera profesional. Después de jugar en Ferro Carril Oeste durante cuatro temporadas, se transformó en jugador rojo, luego de cerrar una compleja operación, desechando así, ofrecimientos de Suiza, España y de Gimnasia y Esgrima de La Plata.

"En Ferro no tuve oportunidades. El sistema de juego no me ayudaba demasiado. Ahora estoy muy contento porque voy a jugar en un equipo, que ha mostrado el mejor fútbol en los últimos tiempos, y junto a jugadores de la categoría de Bochini, Giusti e Insúa, entre otros. Me integro como uno más del plantel y esperaré el turno. Tenemos que jugar el campeonato, la Supercopa y la Copa Libertadores. Entre tantos partidos, estoy seguro de que tendré mi oportunidad", comentaba el goleador.

Con esta transferencia, "el Luifa" tenía la inmejorable oportunidad de luchar por la camiseta número nueve. La misma que veintitrés años antes lució su padre y que le permitió jugar luego en Uruguay y Brasil. El pase tenía un significado especial para el joven delantero, pero también para su progenitor.

Poco duró esta alegría de pasar a un equipo grande. Ya que al ver que no tendría más oportunidades, Luis Fabián Artime debió dejar Independiente, luego de dos años y medio. A decir verdad, los entrenadores no le dieron la continuidad necesaria para transformarse en un gran goleador. Sobran los ejemplos. Con Jorge Solari, algo así como un tío para él, logró convertir dos goles en un partido y al domingo siguiente, para sorpresa de muchos, no estuvo en el equipo titular. En la última parte del ciclo Bochini-Fren los simpatizantes pedían por él, pero los entrenadores no lo tuvieron en cuenta y con José Omar Pastoriza pasó algo parecido.

Luis, su padre, jugó un papel fundamental en el destino del "Luifa". Tres instituciones pretendían los servicios del goleador, pero a la hora de la decisión final, prevaleció su opinión: "Siempre le dije que el fútbol se maneja con circunstancias y que tenía que seguir luchando, peleando, porque este deporte es complicado. Al enterarme del interés de Belgrano, fui claro: elegí Córdoba, porque Belgrano es un equipo grande".

El acuerdo se concretó con rapidez. Por el término de seis meses, Belgrano se aseguraba el concurso de Luis Fabián Artime, a cambio de treinta mil dólares. Mientras disfrutaba de las playas de Mar del Plata, junto a su novia Marina Suñé (hoy su esposa) dejó algunas reflexiones: "En Independiente se van a arrepentir, en cambio, Belgrano me motiva porque será la ocasión de tener continuidad".

El 23 de febrero de 1992, no será una fecha más en la vida de Luis Fabián Artime. El destino quiso que sea Ferro, la institución que lo vio nacer futbolísticamente, el rival de Belgrano, en el partido que marcó el debut oficial del delantero con la casaca celeste.

Los simpatizantes habían creado una gran expectativa en torno a su nueva incorporación, deseando que con el correr de los partidos, se transformara en figura y en goleador. En el juego disputado en Caballito, los locales, se impusieron por dos a uno, aprovechando todos los errores de la última línea del conjunto cordobés. El "Luifa" comenzó a sentir como propia la casaca número nueve, sabía que de él dependía la titularidad en el equipo.

"Estoy en la plenitud de lo que un centrodelantero necesita para jugar en el fútbol actual. Combiné velocidad y potencia pero me faltan, sobre todo, un par de situaciones de gol por partido para poder concretar al menos uno. No aparezco cuando no tengo esas oportunidades porque no soy un "Beto" Acosta que puede subsistir sólo y deja en el camino a tres o cuatro adversarios a los manotazos".

Falló Artime al igual que su equipo, derrotado nuevamente. Esta vez, ante el Deportivo Español por uno a cero. En la intimidad, el técnico le confirmó a Artime, su alejamiento de la institución, en una decisión meditada e irreversible. El "Luifa", le respondió: Carlos, me voy con usted. Yo no puedo continuar en este club, porque fue usted quién confió en mí como nunca. ¡No, Luifa!. Vos te quedas. En este club, a pesar de que ahora las cosas no te salgan, serás figura. Luego del transpié, Carlos Biasutto dejó vacante el puesto de entrenador, ocupado interinamente por José Trignani.

En 57 partidos metió 19 goles y se transformo en el símbolo del ataque pirata, pero lo vino a buscar San Lorenzo y el se fue. Allí tuvo el placer de meter un gol en el partido inauguración del nuevo gasómetro. Pero su estadía en el bajo Flores fue muy breve. Una pelea con el técnico Arean y un solo gol en 17 partidos provocaron la vuelta del luifa a Belgrano, donde pareció que nunca mas se iría.

Luifa se quedó en Córdoba desde 1994 hasta 1999, allí transitó la primera división y también la primera “B” Nacional. Jugó 188 partidos y marcó 52 goles. Un breve paso por Tigre donde marcó 4 goles lo separó de su amor por el pirata, al cual volvió en el clausura 2000 y se quedó por un año marcando 12 goles.

Lo llamaron de Perú en el 2002 y la tentación económica se lo llevó al Melgar de ese país, en donde tuvo un año brillante y en 42 partidos metió 24 goles. Mientras la rompía en Perú, miraba de reojo la triste realidad del Futbol cordobés y de su Belgrano querido. El pirata naufragaba en las ultimas posiciones de la “B” Nacional por cuarta y ultima vez, decidió regresar para donarle su corazón al club de sus amores. Anotó 11 goles en 51 partidos y en el 2005 dijo basta. Hasta acá llegue.

Con mas de 20 años en primera, 486 partidos jugados y 147 goles convertidos, el Luifa le dijo adiós al Futbol en el 2005 a nivel profesional, pero su despedida final se demoró dos años.

El título de ídolo es sólo para algunos elegidos. Y Luis Fabián Artime está entre ellos. A fuerza de goles, pero fundamentalmente por no haberse guardado ni una gotita de sudor, a sus 41 años entró dentro de la galería de los inmortales para el pueblo pirata. Pero tenía una cuenta pendiente. Quizás no con la gente, sino con él mismo: poder despedirse de los hinchas, con la camiseta celeste y en el Gigante de Alberdi, "el escenario de 1.000 batallas", como el propio Luifa lo describió.

La fiesta comenzó temprano, pero el inicio no fue directamente en la cancha. Pasadas las 14.30, y desde el Patio Olmos —uno de los shopping de Córdoba, que se ha convertido en el centro de los festejos más relevantes—, arrancó una caravana encabezada por el ex delantero. El ídolo iba en el… "Luifa Móvil", tal como los organizadores denominaron a un viejo micro de transportes escolares al cual pintaron de celeste y con un estandarte en el techo. Por supuesto, el primer grito de guerra fue el característico "olé, olé, olé, olé, Luifa, Luifa". Y al toque, el clásico "el que no salta es de la T".

Artime no se cansó de hacer chocar su puño derecho en el corazón, de saltar, de cantar. A lo largo del recorrido se fueron sumando más y más hinchas que, de paso, le tiraban lo que tenían a mano para que el ídolo se los firmara. El amor fue tanto, que hasta el grupo La Sorda le dedicó un tema, con letra de Omar Peirone. Ya en los vestuarios de la cancha lo esperaban viejos compañeros, y muchos amigos que fueron convocados para la ocasión. La Mona hizo bailar a todos y después llegó el partido. Y el pico de emoción apareció cuando don Luis Artime, bañado en lágrimas, ingresó junto con sus dos nietos, Rodrigo e Iván, quien tras un pase de papá Luifa convirtió el segundo gol del juego. Y llegó el final: "Ahora sí, no me falta
nada", cerró el Luifa, quien ayer pagó su cuenta.


Recopilación y producción del texto. Martín Gallo.

1 comentario:

Rojillo y JorgeTv dijo...

Hola te saluda JorgeTv administrador de Himno de mi corazón acabo de agregar tu blog a mi sección de recomendados. Puedes contar conmigo.

Buena suerte y hasta luego

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