lunes, 3 de marzo de 2008

Mono.



El 8 de Abril de 1984, el Vélez del “Coco” Basile le ganaba 1 a 0 a Temperley con gol del eterno Carlos Bianchi y se perfilaba como animador del torneo. La novedad no fue el gol de Bianchi, sino que en el arco de Vélez aparecía un chico que años mas tarde se convertiría en una leyenda del Fútbol Argentino.

Su vida tranquilamente puede ser filmada por el mejor de los directores de cine, porque argumentos y emociones no le faltan.

Nació el 26 de Febrero de 1966 en la ciudad de Medellín, en Colombia, pero su vida en la tierra cafetera no duró mucho. A los 3 meses, su familia su mudó a Buenos Aires y años mas tarde ya estaba entrenando en las inferiores del equipo de Liniers.

Amante del loco Gatti y fiel a su estilo, el “Mono” Navarro Montoya se fue consolidando en el arco de Vélez y luego de un año atajando en primera división, fue citado para defender los colores de la selección de Colombia para las eliminatorias del mundial de 1986 en México.

Durante varios partidos fue suplente, pero la selección Cafetera llegó al repechaje y el “Mono” fue titular en los dos partidos contra Paraguay. Nunca pensó que esta decisión iba a ser una de las peores de su vida.

Cuando uno es joven —tenía 19 años— toma decisiones apresuradas. Y jugar dos partidos por Colombia contra Paraguay por un repechaje para el Mundial 86 fue una de ellas. Me arrepentí siempre. Yo nací en Medellín, pero estuve 3 meses. Volví a la Argentina, me crié acá y debuté en Primera en Vélez. Cuando llegué a la mayoría de edad, opté por la nacionalidad Argentina. Ahí surgió el problema, porque no podía jugar más por Colombia y la FIFA me impedía hacerlo por Argentina. Me convertí en un apátrida hasta que en el 98 la justicia me dio la razón y la FIFA me habilitó.”

Pero ya era tarde. Navarro Montoya nunca fue convocado para defender los colores albicelestes, aunque hasta el dia de hoy, a los casi 42 años, aun mantiene la esperanza.

En el año del Mundial azteca, volvió a su país para jugar con Independiente de Santa Fe de Bogota por un año. Después regresó a Argentina a Vélez Y en 1988, su carrera atravesó un momento crucial, su paso a Boca.

El Boca de Pastoriza recibía a Deportivo Armenio en la Bombonera. Boca no venia nada bien, pero era un partido accesible para levantar cabeza. El partido era muy parejo hasta los 16 minutos del segundo tiempo. En ese momento, el “Loco” Gatti, quiso salir jugando como de costumbre, pero enfrente se le plantó La “Fiera” Maciel, un recordado delantero que paso por Estudiantes y San Lorenzo. El “Loco” intentó gambetearlo, pero Maciel le robó la pelota y marcó el único e histórico gol con el que Armenio ganó por primera y única vez en la historia en la Bombonera.

Maciel no tuvo noción de lo que hizo. No solo fue histórico por la victoria de Armenio, sino porque ese hecho, fue el final de la carrera de Gatti.

Pastoriza no soportó mas las locuras de Gatti, y decidió que el arquero titular de ahí en adelante seria Navarro Montoya.

Lo que el “Mono” no sabia, era que el rival la fecha siguiente era River en el Monumental.

El 18 de Septiembre de 1988, Boca ganó el súper clásico por 2 a 0. Navarro Montoya tuvo una gran actuación y el DT dejó en el banco de suplentes a Hugo Orlando de por vida.

En la institución boquense se quedó desde 1988 a 1996, donde le toco vivir momentos buenos y no tantos. El 22 de Mayo del ’91 se sucedió un hecho histórico e irrepetible en la vida del arquero. Boca jugaba la Copa Libertadores. Estaba en Cuartos de Final y en el partido de ida había vencido al Colo Colo de Chile por 1-0. La vuelta era en la dura Santiago. El estadio estaba repleto y se vivía un cima caliente. La relacion Argentina-Chile no era la mejor y el público trasandino se lo hacia sentir al equipo del entonces “Maestro” Tabarez, un Uruguayo que llegó de Peñarol para triunfar en Boca.

Ese día, un personaje ajeno al Futbol daría la nota.

Corrían 20 minutos de juego cuando Colo Colo abrió el marcador por intermedio de Rubén Martínez. En el preciso instante en que el goleador festejaba el tanto, camarógrafos, hinchas y fotógrafos locales invadieron la cancha para abrazar a los jugadores chilenos e insultar a los de Boca.

Dos minutos después el argentino Marcelo Barticiotto, figura del conjunto trasandino, marcó el segundo y el terreno de juego fue otra vez invadido, mientras gritaban el gol en la cara de Blas Giunta, Gabriel Batistuta y el entrenador uruguayo Oscar Tabárez. Esta actitud enardeció a los jugadores y cuerpo técnico de Boca.

Empujones, escupitajos y trompadas. De fútbol, bien gracias. El árbitro Marsiglia, luego de unos breves minutos de interrupción, dispuso la continuidad del juego, y allí Boca pudo descontar gracias a un gol de Diego Latorre, quien también provocó a sus rivales.

Muy nervioso, el defensor Garrido lo tomó de cuello y lo tiró al piso, pero el partido siguió y a siete minutos del final Rubén Martínez, en una jugada viciada de nulidad pero aceptada por al árbitro, puso el marcador 3 a 1 favorable al local y todo se desbordó una vez mas.

Ya había entonces centenares de personas en el campo de juego, que minutos antes estaban detrás del arco defendido por Navarro Montoya. El arquero fue precisamente el blanco de los primeros golpes y, como si no alcanzara, llegó el momento menos pensado y que quedará en la historia.

Ron, un ovejero Alemán entró en el recuerdo por atacar en medio del partido al entonces arquero de Boca. El perro, se escapó de las manos de un gendarme y le aplicó al actual arquero de Boca un mordisco en su glúteo derecho.

El animal murió un año después.

Por esta acción, Ron fue tapa de los diarios y revistas de la época y su imagen recorrió el país. A todos lados donde iba, la gente le recordaba a los carabineros el episodio vivido en el estadio Monumental. Al año siguiente, exactamente el 5 de diciembre, un paro cardíaco acabó con su vida, aunque de ninguna manera con su fama.
A casi 15 años, los hinchas del Colo Colo visitan su tumba para homenajearlo.

"Aquí yace el noble ovejero alemán, baluarte de su raza y ejemplo para la especie humana", reza la lápida, adornada con laureles, de Ron, aquel perro que supo ganarse fama por morder al entonces arquero de Boca, hace ya casi 17 años.

Sus restos descansan en un cementerio canino al pie del cerro San Cristóbal, en Santiago de Chile.

La vida del “Mono” siguió y fue clave en el Apertura 92 que Boca ganó de punta a punta. Y Navarro Montoya fue fundamental en ese torneo. Muchos recuerdan atajadas impresionantes, pero la mas destacada probablemente sea el penal que le atajó a Hernán Díaz, en el Súper clásico, cuando Boca y River peleaban el titulo y Boca ganaba 1 a 0.

Fueron conocidas las peleas con Chilavert, que en definitiva eran para ver quien era mejor: sin dudas, fueron los dos mejores arqueros de la década del ’90. Pero también ganó varios títulos como: Supercopa ’89, Recopa Sudamericana ’90, Apertura ’92, Copa Master ’92 y la Copa de Oro ’93. Se marchó de Boca, luego de un conflicto con algunos compañeros del plantel, en 1996 y dejó atrás una historia de 396 encuentros.

El “Mono” no merecía un final así. No solo tenia el cariño enorme de toda la gente de Boca, sino que se iba a España con un record de 821 minutos sin recibir goles y el hecho histórico de haber defendido el arco xeneize durante 8 años de manera ininterrumpida

En 1996 viajó a Europa y fichó por una temporada con el Extremadura de España donde disputó 23 encuentros. En 1997 pasó al Mérida un año y al siguiente fue incorporado por el Tenerife español donde se quedó dos campeonatos. La particularidad de su estadía en la madre patria es que, con los 3 equipos, descendió a la Segunda División, a pesar de su gran trabajo debajo de los tres palos.

Se lo tildó de yeta. Siempre atajaba bien, pero por aquel entonces, los equipos españoles eran dominados por lo grandes y solo peleaban por la permanencia.

A nuestro continente regresó en 2001 donde arregló contrato con Deportes Concepción de Chile. A mediados del mismo, volvió a la Argentina y se incorporó a Chacarita Juniors, donde se quedó hasta finales de 2003, habiendo jugado más de 60 partidos.

A causa de buenas actuaciones volvió a vestir la camiseta de un grande de nuestro fútbol: a comienzos de 2004 arregló con Independiente de la mano de un viejo conocido como Pastoriza. En Agosto de ese año cumplió 500 partidos en Primera. En la institución de Avellaneda tuvo grandes partidos pero la dirigencia prefirió darle lugar a un gran proyecto como Oscar Ustari, y así no le renovaron su contrato.

Después de irse disconforme de Independiente, viajó a La Plata, a mediados de 2005, y eligió seguir su carrera en Gimnasia y Esgrima. Lo que también siguió fue su gran nivel en el arco, en este caso del lobo. Peleó el campeonato Apertura 2005 de la mano de quien lo pidió: Pedro Troglio. Su vínculo finalizó a mitad de 2006 y decidió abandonar el país.

Se fue a Brasil donde arregló contrato con el Atlético Paranaense. A causa de lesiones y problemas con sus papeles, rescindió contrato en Noviembre. A comienzos de 2007 pegó la vuelta a “su país” donde arregló un préstamo con Nueva Chicago. Con el “Torito” de Mataderos sufrió una nueva decepción y se fue a la “B” luego de perder la promoción con Tigre.

Ahí tomó un nuevo rumbo y se trasladó a Bahía Blanca ya en 2007, donde formó parte de Olimpo.

Después de una lesión en los ligamentos, dejó el club y hoy se encuentra en recuperación.

Más cerca de los 42 que de los 41 que muestra su documento, el “Mono” sin duda nos regaló centenares de atajadas brillantes durante sus 19 años de carrera. Nos cansamos de verlo sacar pelotas “casi imposibles” debajo de cualquier arco.

A pesar del mal trago que esta pasando, afirmó que no va a dejar el fútbol. La pelota no se merece que un arquero como Navarro Montoya le diga “Adiós” por una lesión; sino recuperarse y él decidir cuando, decir “basta”.




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