lunes, 11 de agosto de 2008

España.



NADAL

Finalmente, sucedió. Aquello que parecía imposible, pasó.

Después de cuatro años y algo más, el número uno del mundo dejó de ocupar su lugar. Y muchos empezaron a opinar: que está cansado, que ya era hora que bajara de esa posición, que ya no siente el tenis como antes. Parece que siempre es más fácil opinar de quien está en la situación desfavorable que de quien viene en ascenso. Repitamos, por si acaso pasó inadvertido: Roger Federer fue número uno del mundo por mas de cuatro años consecutivos.

Pero sí, pasó. El muchachito español que venía a la sombra del titán suizo, que se conformaba con ser el segundo porque sabía que le había tocado nacer en la era del mejor jugador de tenis de todos los tiempos, ese al que mil veces se le criticó falta de técnica y juego vistoso, dio su estocada letal y le arrebató el lugar en la cima. Dentro de poco mas de una semana, Rafael Nadal aparecerá en el ránking de la ATP como número uno del mundo. Podríamos llenar hojas enteras hablando de los números asombrosos que el español tiene. Pero baste decir que Roland Garros se rinde a sus pies desde 2005 y que este año, logró otra de las tantas cosas que nadie esperaba de él: ser campeón de Wimbledon. Quedarse con la corona del césped en la casa de su rival. Arrebatarle a Federer lo que fue suyo durante cinco años. Y ahora, un par de meses después de lo sucedido en el All England, lo destrona de lo más alto del tenis mundial. Alguna vez se le escuchó decir, “Me gustaría tener todo lo que Roger tiene”. Y, aunque esta frase puede denotar un dejo de envidia, es bien sabido que nadie respeta al suizo como lo hace Rafa Nadal.

¿Quién podía imaginarse el puesto número uno sin Federer? Nadie.

Es cierto que Nadal no tiene un juego vistoso; que no es técnicamente perfecto. Pero el tenis tiene otros componentes donde el español brilla: una fortaleza mental que, hasta el día de hoy, parece infranqueable. Un poderío físico que mete miedo. Una velocidad que deja pasmado a quien lo mire. Y, a todo esto, sumémosle una capacidad defensiva como nunca antes se haya visto en una cancha. Todas estas características son las que lo depositan en el lugar de privilegio. Pero nos estamos olvidando de un ingrediente fundamental: paciencia. Mucha paciencia. No debe ser fácil para un deportista pasarse temporadas enteras a la sombra de otro competidor. Saberlo mejor que uno. Saber que se hace un esfuerzo increíble, se ganan torneos pero no se lo alcanza. Seguramente más de una noche Nadal se habrá preguntado ¿por qué hostia me tocó competir con este tío de otro planeta?

Pero fue el propio Rafa quien encontró una respuesta para este interrogante. Dijo alguna vez: “Saber que Federer es el número uno del mundo, hace que yo sea el mejor número dos que pueda existir. Si Roger no existiera, estoy seguro que no hubiese podido sacar lo mejor de mí. Federer hace que yo sea un mejor jugador”. Hasta ese punto llega la conciencia del español. Hasta ese punto llega su admiración.

Probablemente, hasta para el propio Nadal sea un sueño difícil de creer, esto de llegar a ser número uno del mundo, en un deporte que, por ser tan individualista, tiene algo que se asemeja al canibalismo. Sin embargo, entre el uno y el dos, entre el dos y el uno, siempre existió un respeto distinto. Seguramente si un adivinador le hubiese dicho a Federer que iba a perder su ubicación en el ránking pero que podía elegir a su sucesor, hubiese elegido a Nadal.

Cualquiera que sepa un poco de este deporte, (o de cualquier deporte, en general) sabrá que, mucho más difícil que llegar a la cima, es mantenerse. Allí reside la grandeza del suizo. Hablábamos de algo más de cuatro años…

Será la responsabilidad de Nadal conseguir todo lo que tiene o tuvo Federer, como mencionó en una ocasión.

Lo cierto es que vivimos para ver al mejor jugador de todos los tiempos, sea uno, dos o mil en el ranking. Pero es cierto también, que estamos en presencia de un fenómeno que parece no detenerse ante nada. Que da la sensación que viene para quedarse un rato largo. Que supo esperar su momento para tocar el cielo con las manos. Rafael Nadal será número uno del mundo tenístico y nadie puede negar que bien merecido lo tiene.



por Evangelina Diaz Quijano.





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