La belleza misma
Ver a Messi significa observar algo que va más allá del fútbol y coincide con la belleza misma. Algo como un ímpetu, casi un estremecimiento de conciencia, una epifanía que permite al individuo que está allí, viéndolo gambetear y jugar con la pelota, dejar de percibir una separación entre él y el espectáculo que está presenciando, confundirse plenamente con lo que ve, al punto de sentirse uno con ese movimiento desigual pero armónico. En esto, las jugadas de Messi son comparables a las sonatas de Arturo Benedetti Michelangeli, a los rostros de Rafael, a la trompeta de Chet Baker, a las fórmulas matemáticas de la teoría de los juegos de John Nash, a todo lo que deja de ser sonido, materia, color, y se convierte en algo que pertenece a todos los elementos, a la vida misma. Ya sin separación, sin distancia. Están ahí, y no se puede vivir sin ellos. Y nunca se ha vivido sin ellos, sólo que cuando se descubren por primera vez, cuando por primera vez se los observa al punto de quedar hipnotizados, la conmoción es inevitable y uno no puede más que intuirse a sí mismo. Mirarse en lo más profundo.
Escuchar a los cronistas deportivos que comentan sus avances bastaría para definir su épica de virtuoso. Durante un encuentro Barcelona-Real Madrid, el cronista, viéndolo asediado por los intentos de hacer cobrar una falta dejó de describir la escena y comenzó con un satisfecho: "No se cae, no se cae, no se cae". Durante otro enfrentamiento de los archirrivales históricos, la ola estática "Messi, Messi, Messi, Messi" recibe una "a" adicional que le quedará siempre: Messia. Es el otro sobrenombre que
Parece imposible, pero cuando Messi juega tiene en mente las jugadas de Maradona, igual que un ajedrecista en un determinado momento de la partida a menudo se inspira en la estrategia de un maestro que se encontró en una situación análoga. La obra maestra que Diego Armando había realizado el 22 de junio de 1986 en México –el gol votado como el mejor del siglo XX–, Lionel consigue repetirla prácticamente idéntica y casi exactamente veinte años después, el 18 de abril de 2007 en Barcelona. Justamente, Leo sale a unos sesenta metros del arco, también él elimina en una jugada única a dos centrocampistas, después acelera hacia el área de penal, donde uno de los adversarios que había superado trata de derribarlo, pero no lo consigue. Se amontonan alrededor de Messi tres defensores, y en vez de apuntar al arco, él sale hacia la derecha, saca al arquero y a otro jugador... Y es gol. Después de marcar, se genera una escena increíble en la que los jugadores del Barcelona petrificados, con las manos en la cabeza, miran para todos lados como si no creyeran que fuera posible presenciar todavía un gol como ése. Todos pensaban que solamente un hombre era capaz de tanto. Pero no fue así.
Roberto Saviano
1 comentario:
che, con todo respeto....¿Quien es Messi? es Maradona? por favor, que gano?, con Iniesta al lado jugamos todos el tema esta en que pase a Caceres, a Ivan Cordoba, dioss....como inflan......muy bueno el blog abrazo a la banda!
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