lunes, 6 de julio de 2009

Polos.






SE POLARIZA


Se polariza. Y así se hace difícil intentar que el análisis no se entienda como una declaración de principios. Pasa en todos los niveles, en todos los ámbitos del día a día argentino. Este, definitivamente, es un país donde sus ciudadanos (o por lo menos la mayoría) prefiere alinearse detrás de los antagonismos. Se sienten más cómodos si tienen a quién enfrentar. Entonces, cada uno para un lado de la mecha. Estás a favor o en contra. Blanco o negro. No existen los matices.

La finalísima entre Vélez y Huracán no tenía por qué ser la excepción, y en cambio, confirma la norma: estás con Cappa o en contra de Cappa, amante del buen fútbol o fanático del pelotazo y la patada. Estás en una vereda o en la otra. Así de simple, esa es la costumbre. Está en nuestro ADN.

Y los medios son los principales responsables de marcar dos tendencias ante cada tema. Entonces, el que se deshace en elogios para Pastore y compañía, acusa a aquellos que resaltan las virtudes de Vélez de no disfrutar del buen juego, de eso que llaman “el fútbol que le gusta a la gente”. Y ahí se abre otra discusión: ¿qué es jugar bien?

Para algunos, este sorprendente Huracán de Angelito reinventó la manera de jugar al fútbol. Eso dijeron y la idea se maximizó desde los diarios, las radios y los canales de noticias. ¿No será demasiado? No se trata de negar las virtudes que llevaron al Globo a pelear un título después de 15 años, pero sí de relativizar un poco el fundamentalismo en el que parece haber caído la opinión pública.

Ver en Vélez un equipo que merece salir campeón, no necesariamente es renegar de los caños de Pastore y las gambetas de De Federico. Porque el equipo de Gareca tendrá la solidez como principal argumento, pero pone en cancha a jugadores como Molarez, Zapata, López, Cristaldo, Martínez, y propone, siempre, mirar el arco rival.

La misma lógica del antagonismo porque sí se aplica si invertimos los nombres, desde luego. Sucede que Huracán ganó más adeptos entre la prensa y el mundo futbolero, y revivió una vieja discusión que el tiempo se encargó de demostrar vana y sin sentido, más cerca de los prejuicios que de lo que finalmente pasa sobre el pasto.

El mismo apuro vertiginoso que declaró a Fabbiani ciudadano ilustre del mundo River sin nunca haberse probado la camiseta, es el que se desespera por encontrar idilios en fórmulas que por ser efectivas no dejan de ser precoces y aisladas. Entonces, aparece este Huracán y más de uno pierde la cabeza. Cappa dejó de ser ese extraño demodé menotista para pasar a ser amo y señor, principal guardián de la ortodoxia de pelota al pie, dueño de LA fórmula. Ni una cosa ni la otra, ¿no?

Dejando de lado a los técnicos, Huracán vive un momento de gloria deportivo que carece de un proyecto serio, de fondo, prolongado en el tiempo. El club de Parque Patricios no es precisamente un modelo de institucionalidad deportiva y apuestas a largo plazo. Con un ídolo como Babington -que fue jugador, técnico y ahora presidente de Huracán-, el Globo va saliendo del pozo, saldando pedidos de inhibición, arreglando un estadio que estuvo un año parado porque se venía abajo, e intentando tener más jugadores propios que prestados.

Vélez es la contracara en ese sentido. Hoy es un club que debería ser ejemplo de gestión (concepto que se adueño alguien que dejó más huecos que copas allá por el fondo de la Ciudad, aunque todo miren para otro lado). El club de Liniers tiene un villa olímpica de nivel europeo, divisiones inferiores modelo, vida social y deportiva más que amplia, y hasta educación inicial y terciaria.

Claro. Brazenas pitará el domingo a las 15.20, la bola se moverá y durante 90 minutos olvidate de la vida institucional. Hay 22 tipos peleando para mandar la pelota al fondo de la red. Son las reglas del juego, y todos las asumimos. Pero el análisis resultará mucho más interesante si se tienen en cuenta todas estas cuestiones.

Tanto Vélez como Huracán se merecen gritar campeón el domingo. Hicieron los méritos suficientes, transitando caminos diferentes como decía antes, valorados desde distintas ópticas. Porque también es para resaltar que el Globo, con una apuesta como la de darle la conducción a Cappa, y no olvidemos que casi todos daban esa apuesta por perdida, con problemas económicos interminables, con mayoría de jugadores prestados, llegó a donde llegó. A una final que el saliente Ubeda, anterior a Cappa, jamás hubiera soñado.

Simplemente se trata de mostrar el sendero que cada uno recorrió y recorre, dejando a consideración del oyente cual es la mejor manera de llegar a jugar una final. Se trata de no llevar las opiniones al fundamentalismo de los opuestos, porque eso es faltar a la verdad. Se trata, también, de priorizar el análisis a la difusión, de permitir que los ídolos nazcan solos. Se trata de que todo sea un poco más genuino.

El domingo habrá campeón, y el jueves estaremos hablando de esta final en la que todo puede pasar. Porque, finalmente, esto es fútbol: la dinámica de lo impensado.

Facundo Chaucha Bianco





No hay comentarios.: