miércoles, 7 de abril de 2010

Mundial 1958.


El Mundial del 58

Los Estados Unidos lanzaban un satélite a los altos
cielos: la nueva lunita giraba en torno a la tierra, se cruzaba
con los sputniks soviéticos y no los saludaba. Y
mientras las grandes potencias competían en el más allá,
en el más acá comenzaba la guerra civil de el Líbano,
Argelia ardía, se incendiaba Francia y el general De Gaulle
alzaba sus dos metros de altura sobre las llamas y promet
ía la salvación. En Cuba fracasaba la huelga general
de Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista,
pero en Venezuela otra huelga general volteaba la
dictadura de Pérez Jiménez. En Colombia, conservadores
y liberales bendecían con elecciones su reparto del
poder, al cabo de una década de guerra de exterminio
mutuo, mientras Richard Nixon era recibido a pedradas
en su gira latinoamericana. José María Arguedas publicaba
Los ríos profundos. Aparecían La región más transparente,
de Carlos Fuentes, y los Poemas de amor de
Idea Vilariño.
En Hungría, caían fusilados Imre Nagy y otros rebeldes
del 56, que habían querido democracia en lugar de
burocracia, y en Haití morían los rebeldes que se habían
alzado al asalto del palacio donde Papa Doc Duvalier reinaba
rodeado de brujos y verdugos. Juan XXIII, Juan el
Bueno, era el nuevo Papa de Roma, el príncipe Carlos
era el futuro monarca de Inglaterra, Barbie era la nueva
reina de las muñecas, João Havelange conquistaba la
corona brasileña en el negocio del fútbol, mientras en el
arte del fútbol un muchacho de diecisiete años, llamado
Pelé, se consagraba rey del mundo.
La consagración de Pelé tuvo lugar en Suecia, durante
el sexto Campeonato Mundial. Participaron del torneo
doce equipos europeos, cuatro americanos y ninguno
de otras latitudes.
Los suecos pudieron ver los partidos en las canchas y
también en sus casas. Ésta fue la primera vez que la
Copa se transmitió por televisión, aunque sólo llegó en
vivo y en directo al ámbito nacional y el resto del mundo
la recibió después.
Ésta fue, también, primera vez que un país ganó la
Copa jugando fuera de su continente. En el Mundial del
58, la selección brasileña empezó más o menos, pero fue
arrolladora a partir del momento en que los jugadores
se sublevaron y pudieron imponer al director técnico el
equipo que ellos querían. Entonces, cinco suplentes se
hicieron titulares. Entre ellos, Pelé, un adolescente desconocido,
y Garrincha, que ya traía mucha fama desde
Brasil y mucho se había lucido en los juegos previos,
pero había sido excluido del Mundial porque los estudios
psicotéc-nicos le habían diagnosticado debilidad
mental. Ellos, suplentes negros de jugadores blancos,
brillaron con luz propia en el nuevo equipo de estrellas,
junto a otro negro de juego deslumbrante, Didí, que desde
atrás les organizaba las magias.
Juego y fuego: el periódico World Sports, de Londres,
dijo que había que restregarse los ojos para creer que
aquello era cosa de este planeta. En las semifinales, contra
la Francia de Kopa y Fontaine, los brasileños ganaron 5 a 2, y otra vez 5 a 2 en la final contra el dueño de
casa. El capitán de Suecia, Liedholm, uno de los jugadores
más limpios y elegantes de la historia del fútbol, convirti
ó el primer gol del partido, pero después Vavá, Pelé
y Zagalo pusieron las cosas en su lugar, ante la atónita
mirada del rey Gustavo Adolfo. Brasil fue campeón invicto.
Cuando terminó el partido, los jugadores regalaron la pelota
a su hincha más devoto, el negro Américo, masajista.
Francia ocupó el tercer lugar y Alemania Federal, el cuarto.
El francés Fontaine encabezó la tabla de goleadores,
con una lluvia de trece tantos, ocho de pierna derecha,
cuatro de izquierda y uno de cabeza, seguido por Pelé y el
alemán Helmut Rahn, que metieron seis.

Eduardo Galeano


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