martes, 13 de abril de 2010

Mundial 1962.



El Mundial del 62

Unos astrólogos hindúes y malayos habían anunciado
el fin del mundo pero el mundo seguía girando, y
entre vuelta y vuelta nacía una organización que se bautizaba
con el nombre de Amnistía Internacional y Argelia
daba sus primeros pasos de vida independiente, al
cabo de más de siete años de guerra contra Francia. En
Israel ahorcaban al criminal nazi Adolf Eichmann, los
mineros de Asturias se alzaban en huelga, el para Juan
quería cambiar la Iglesia y devolverla a los pobres. Se
fabricaban los primeros disquetes para computadoras,
se realizaban las primeras operaciones con rayo láser,
Marilyn Monroe perdía las ganas de vivir.
¿En cuánto se cotizaba el voto internacional de un
país? Haití vendía su voto a cambio de quince millones
de dólares, una carretera, una represa y un hospital y
así otorgaba a la OEA la mayoría necesaria para expulsar
a Cuba, la oveja negra del panamericanismo.
Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente
caída de Fidel Castro, que iba a desplomarse en cuesti
ón de horas. Setenta y cinco demandas de prohibición
se presentaban ante los tribunales norteamericanos contra
la novela Trópico de Cáncer, de Henry Miller, que por
primera vez se había publicado sin censura. Linus
Pauling, que estaba por recibir su segundo premio Nobel,
caminaba ante la Casa Blanca portando un cartel de
protesta contra las explosiones nucleares, mientras
Benny Kid Paret, cubano, negro, analfabeto, caía muerto,
aniquilado por los golpes, en el ring del Madison
Square Garden.
En Memphis, Elvis Presley anunciaba su retiro, despu
és de vender trescientos millones de discos, pero se
arrepentía al ratito, y en Londres una empresa de discos,
la Decca, se negaba a grabar canciones de unos
músicos peludos que se llamaban los Beatles. Carpentier
publicaba El siglo de las luces, Gelman publicaba Gotán,
los militares argentinos volteaban al presidente Frondizi,
moría el pintor brasileño Cándido Portinari. Aparecían
las Primeras estórias, de Guimaraes Rosa, y los poemas
que Vinícius de Moraes escribió para vivir um grande
amor. João Gilberto susurraba el samba de uma nota
só, en el Carnegie Hall, mientras los jugadores de Brasil
aterrizaban en Chile, dispuestos a conquistar el séptimo
Campeonato Mundial de Fútbol ante cinco países americanos
y diez europeos.
En el Mundial del 62, Di Stéfano no tuvo buena suerte.
Iba a jugar en la selección de España, su país de
adopción. A los 36 años de edad, era su última oportunidad.
En vísperas del estreno, se lastimó la rodilla derecha,
y no hubo caso. Di Stéfano, la Saeta Rubia, uno
de los mejores jugadores de la historia del fútbol, nunca
pudo jugar un Mundial. Pelé, otra estrella de todos los
tiempos, no llegó muy lejos en el Mundial de Chile: sufri
ó de entrada un desgarramiento muscular y quedó
fuera. Y otro monstruo sagrado del fútbol, el ruso Yashin,
anduvo también con mala pata: el mejor arquero del
mundo se comió cuatro goles ante Colombia, porque
parece que se le fue la mano con los traguitos que lo
entonaban en el vestuario.
Brasil ganó el torneo. Sin Pelé, y bajo la batuta de
Didí. Amarildo se lució en el difícil lugar de Pelé, atrás
Djalma Santos fue una muralla y adelante Garrincha
deliraba y hacía delirar. «¿De qué planeta procede
Garrincha?», se preguntaba el diario El Mercurio, mientras
Brasil liquidaba a los dueños de casa. Los chilenos
se habían impuesto a Italia, en un partido que fue una
batalla campal, y también habían vencido a Suiza y a la
Unión Soviética. Se habían servido spaguettis, chocolate
y vodka, pero se les atragantó el café: los brasileños
ganaron 4 a 2.
En la final, Brasil derrotó a Checoslovaquia 3 a 1 y
fue, como en el 58, campeón invicto. Por primera vez, la
final de un campeonato mundial se pudo ver en directo
por la televisión en transmisión internacional, aunque
fue en blanco y negro y llegó a pocos países.
Chile conquistó el tercer lugar, la mejor clasificación
de su historia, y Yugoslavia ganó el cuarto puesto gracias
a un pájaro llamado Dragoslav Sekularac, que ninguna
defensa pudo atrapar.
El campeonato no tuvo un goleador, pero varios jugadores
convirtieron cuatro tantos: los brasileños Garrincha
y Vavá, el chileno Sánchez, el yugoslavo Jerkovic, el
húngaro Albert y el soviético Ivanov.


Eduardo Galeano


1 comentario:

Anónimo dijo...

el mejor mundial!!! no habrá otro como el del 62 , es un verdadero orgullo nacional