Uno pertenece al uruguayo Mario Benedetti, el otro a Martín Gallo.
También agradecemos al maestro Jorge Sad que acompañó con sus notas en la guitarra ambos textos.

Aquel equipo de fútbol, rioplatense (no daré mas detalles ya que lo que importa es la anécdota y no el nombre de los actores), llegó a Europa solo 24 hs antes de su primer partido con uno de las más prestigiosas formaciones del viejo continente (tampoco aquí daré más detalles).
Apenas tuvieron tiempo para una breve sesión de entrenamiento, en una cancha mas o menos marginal, cuyo césped era un desastre.
Cuando por fin entraron al verdadero campo de juego (el field, como dicen algunos puristas) quedaron estupefactos ante las descomunales dimensiones del estadio, las tribunas repletas y vociferantes y también ante la atmósfera helada de un enero implacable.
Como es habitual, se alinearon los dos equipos para escuchar y cantar los himnos. Primero fue, lógicamente, el del local que fue coreado por público y jugadores, seguido por una cerrada ovación.
Luego vino el de los nuestros. La grabación era espantosa, con una desafinación realmente olímpica. No todos los jugadores conocían la letra en su totalidad, pero al menos coreaban la estrofa mas conocida. Sólo uno de los deportistas, casualmente un delantero, aunque sí se acordaba el himno decidió cantar en su reemplazo el tango Cambalache: “Que el mundo fue y será una porquería / ya lo sé, / en el quinientos seis / y en el dos mil también”.
Sólo en el palco oficial, unos pocos aplaudieron por compromiso.
Cuando concluyó esa parte de la ceremonia, y antes del puntapié inicial, que estuvo a cargo de un arrugado actor del cine mudo, los jugadores rioplatenses rodearon al delantero díscolo y le reprocharon duramente que cantara un tango en lugar del himno. Entre oros amables epítetos, le dijeron: traidor, apátrida, saboteador y cretino.
El incidente tuvo inesperadas repercusiones en el partido. Por lo pronto, os otros jugadores evitaban pasarle el balón al saboteador, de modo que éste, para hacerse con ella, debía retroceder casi hasta las líneas defensivas, y luego avanzar y avanzar, eludiendo los fornidos adversarios y pasándola luego (porque no era egoísta) al que estaba mejor colocado para tirar al arco.
Los europeos jugaron mejor, pero faltaban pocos minutos para el final y ninguno de los equipos había logrado perforar la valla contraria. Así, hasta el minuto 43 del segundo tiempo. Fue entonces que el apátrida recogió la pelota de un falso rebote y comenzó su desafiante carrera hacia el arco adversario. Penetró en el área penal, y en vista de que hasta ahora sus compañeros habían desaprovechado las buenas ocasiones que él les brindara, dribleó con tres geniales vaivenes a dos defensas, y cuando el guardameta salió despavorido a cubrir su valla, el cretino amagó que patearía con la derecha pero lo hizo con la izquierda, descolocando totalmente al pobre hombre e introduciendo el balón en un inalcanzable ángulo de la escuadra. Fue el gol del triunfo.
El segundo partido tuvo lugar en otra ciudad (no entro en detalles), en un estadio igualmente impresionante y con sus tribunas de bote en bote. Allí también llegó el momento de los himnos. Primero el local y luego el de la visita. Aunque la banda sonora iba por otro rumbo los 18 jugadores, perfectamente alineados y con la mano derecha sobre el corazón entonaron el tango Cambalache, cuya letra era sí sabida por todos.
Aunque se ganó también ese partido (no recuerdo exactamente el resultado), los indignados dirigente resolvieron suspender la gira europea ysancionar económicamente a todos los jugadores, sin excepción, acusándoles de traidores, apátridas, saboteadores y cretinos.
El Bocha
No hace falta recurrir a los libros de historia de fútbol para saber quien fuiste o que hiciste por el fútbol Argentino o por el club de tus amores. Porque todavía no desapareciste y demostraste que estas intacto. Pensar que a los 53 años volviste a jugar de manera profesional en un partido del torneo argentino, con pibes de 20 años a tu lado que físicamente son mucho mas que vos, pero mentalmente netamente inferiores.
A veces cuando veo videos de aquellos partidos de los años 70 u 80, pienso que equivocaste tu camino. Tu profesión no debió ser la de futbolista, sino la de arquitecto.
Si en cuatro baldosas construías un muro... Donde nadie te podía sacar la pelota y eras el centro del protagonismo.
Tu mente estaba 10 segundos por delante de los demás y por eso metías esos pases en profundidad que dejaban a tus compañeros cara a cara con el arquero rival. Me dio la impresión por lo poco que te vi que eras un laberinto de vidrio, con espejos en los cuatro costados.
Siempre sabias donde estaba el rival y donde estaban tus compañeros y nadie te sacaba la pelotita. Siempre estaba en tus pies.
Apelaste durante toda tu carrera a tu gran humildad que te destacó por sobre el resto. Pensar que sos el ídolo del jugador mas grande todos los tiempos!!!!!! Y eso no te mueve un pelo.. lo tomas hasta con vergüenza!!
Defendiste con el corazón la camiseta del club de tus amores en 634 partidos, convirtiéndote en el futbolista con mas participaciones en un mismo club en la historia.
Fuiste campeón de 4 torneos locales, 4 libertadores, 3 interamericanas, dos intercontinentales y hasta una copa del mundo!!!!
Pero no te fuiste contento con ese ultimo logro porque no tuviste la participación que mereciste.
Y te dolió, porque hubiersa sido el punto culmine de tu carrera:
Martín Gallo.
2 comentarios:
Excelente cuento y muy emocionantes palabras para uno de los más grandes futbolistas que nuestras canchas tuvieron el privilegio de contemplar y aplaudir. Los felicito por saber dar (o devolver) al fútbol la mística, el heroísmo, la fantasía y el nexo con la cultura, que el periodismo y la dirigencia actuales se empeñan en desvanecer con pretensiones de objetividad y de lucro. Sigan así!!!! Patricio Bosio.
Me encanto el cuento que escribio Tincho del Bocha.
Se lo imprimi a mi abuelo que es fanatico, no solo del Rojo, sino del futbol, y se emociono hasta las lagrimas.
Los felicito por la calidad de sus programas y por la garra que ponen al hacerlo.
Lucrecia.
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