Con las disculpas pertinentes por lo poco serio del intento de lectura en el relato que sigue.
A todos nos puede pasar ........ y nos pasó.
QUE ME PONGAN SALSA
Alguna vez Buenaventura fue una veta de talentos en Colombia. Observadores de clubes profesionales se aparecían con la intención de conseguir algún virtuoso, a uno d eesos morenos larguiruchos que sabían esconder la pelota. Tiempos en que Delio “Maravilla” Gamboa, toda una leyenda de pueblo, hizo que los ojos de los grandes clubes se dirigieran hacia aquel pequeño poblado a orillas del Océano Pacífico. Y así aparecieron nuevos nombres como los de Víctor Campaz, Nicolás Lobatón y Leonidas Hurtado.
La situación económica de los Rincón no era demasiado holgada, pero si “como para que no nos faltara la comida que era lo principal”. Siendo el menor de todos, Freddy gozó de la protección de sus hermanos. “Siempre hemos sido bastante unidos y gracias a eso pude terminar mi bachillerato. Ellos me dieron la posibilidad de estudiar, lo que, de no haberlos tenido, me hubiese sido imposible realizar”.
Comenzó jugando con el equipo de “El Capricho”, un barrio cercano donde inició el camino de su destino. Con ellos quedó campeón de la cuarta categoría para luego pasar al cuadro de otro poblado, el “Alfonso Lopez”, y jugar un torneo llamado “El plan del padrino”. Se inició como puntero izquierdo, la posición que más le gustaba y allí se quedó. Esa experiencia, que duró unos tres años, lo llevó a
La calidad futbolística de Freddy crecía, ya eran evidentes sus condiciones de jugador con futuro y él mismo comenzaba a planterase la posibilidad de llegar a ser futbolista profesional. Luego de una experiencia con
Durante los primeros meses tuvo que acostumbrarse a ver los partidos desde el banquillo, pero pronto se hizo con una plaza de titular. El Buenaventura arrasaba en los campeonatos municipales y en una oportunidad fue escogido como representante del departamento del Valle del Cauca para participar en un torneo en Bogotá. Varios de aquellos futbolistas impresionaron a los directivos de lIndependiente Santa Fé y rapidamente Rafael Pachón, hermano del presidente del Club capitalino, se hizo con los pases de Freddy Rincón y de sus compañeros Juan Reyes, Carlos Potes y Edison Cuero.
“Me fui a Bogotá y estuve seis meses jugando con el cuadro de reserva hasta que se me dio la oportunidad de debutar en el primer equipo”. Fue el técnico Jorge Luis Pinto quien lo llevó a estrenarse en El Campín contra Junior de Barranquilla en el año 1987. “Para mí fue el momento más importante de mi carrera. Recuerdo que marqué dos goles y fui la figura. El estadio estaba totalmente lleno, había muchas expectativas conmigo poruqe en segunda división fui nombrado el jugador más destacado. Aparte, en un partido preliminar contra el propio Junior, había hecho un gol muy bonito y la gente hablaba de mí. A prtir de allí siempre fui titular en Santa Fe, tuve muy pocas lesiones y jugué la mayoría de los partidos”.
El clima, las costumbres y el ambiente de gran ciudad de Bogotá significaron un duro contraste para Freddy, acostumbrado a la tranquilidad de Buenaventura, a su sol caliente, a su vida a ritmo de salsa. “Para mí el cambio fue muy difícil porque había salido muy poco de mi casa, y así, de pronto, me tocó irme a jugar al Santa Fe después de haber terminado el bachillerato. No es fácil mudarse de un municipio a una capital. Sin embargo, mis aspiraciones pasaban por ir a triunfar a un equipo grande, por llegar a una ciudad donde el poder y la trascendencia de la prensa fueron mucho mayores que en otra parte. De todas maneras, vivía con tres compañeros de equipo y eso me ayudó para poder adaptarme mejor”.
Jorge Luis Pinto le mantuvo la confianza en aquella su primera campaña y Rincón llegó a anotar diez goles. Siendo volante, tenía mucha llegada a gol y buena definición. “A mucha gente en Colombia no le gusta Pinto, pero para mi carrera fue muy importante porque me enseñó muchas cosas. Para mí es uno de los mejores técnicos de fútbol colombiano, a pesar de su temperamento que es lo que más les disgusta a muchos”.
Con el polémico entrenador se mantuvo hasta 1988 cunado fue sustituido por Diego Edison Umaña, un reconocido jugador en los años 710 que no le quitó a rincón su plaza de titular. Y el moreno volvió a tener una campaña notable con trece goles, a la que sólo le faltó el campeonato. “El grupo nuestro era muy bueno, tenía muchas expectativas. Quizás no había jugadores demasiado brillantes, pero érmaos un plantel con aspiraciones, que siempre luchó por el título aunque desafortunadamente no pudimos alcanzarlo”.
América de Cali se interesó por él y a mediados del 89 pagó una importante suma de dinero por su traspaso. Los “Diablos Rojos”, dirigidos desde hacía más de una década por Gabriel Ochoa Uribe, habían establecido un yugo en el fútbol colobiano de los 80, período en el que disputaron tres finales de Copa Libertadores consecutivas. Allí se juntó con Polilla da Silva, Checho Angulo, Anthony De Avila y Eduardo Pimentel, para conformar un grupo que supo mantener la tradición triunfadora de los Cabañas, Gareca, Barraglia, Falcioni y Wellington ORtiza.
Le tocó debutar en un clásico contra Deportivo Cali, con un Pascual Guerrero que se desbordaba con el batir de olas rojas y verdes que ondeaban entre los graderíos. “Ese día fue muy importante porque también fui figura del partido. NO marqué foles poruqe me faltó un poco de tranquilidad. Tuve mucha ansiedad cuando se me presentaron oportunidades de anotar, pero lo que hice sirvió para que me tomaran confianza y poder entrar con el pie derecho en el equipo.”
En un principio, las necesidades que tenía el cuadro en ese momento obligaron al doctor Ochoa a retrasar un poco a Freddy de su posición habitual. Esto trajo una baja considerable en sus apariciones por el área rival y en su producción goleadora. Pero pronto volvió a su demarcación original y el diálogo con las redes, suspendido desde su salida de Santa Fe, se reestableció. Tres tantos alcanzó a anotar antes de que el torneo fuese paralizado por el asesinato del árbitro Ortega.
Trabajar con Gabriel Ochoa Uribe, el técnico con más títulos en la historia del balompié neogranadino, también significó para Freddy Rincón una experiencia muy particular. “Ser dirigido por el médico es como aprender a formarse coom persona, a ser algo más en la sociedad, a ser gente. Es un hombre que te enseña mucho a manejar las relaciones humanas. En lo futbolístico te inculca la aspiración de ser un ganador, porque a él siempre le ha gustado vencer y por eso consiguió tantas cosas en su carrera”.
El ciclo de Ochoa al frente del América terminó en pleno campeonato de 1991, luego de haber conseguido siete títulos a lo largo de más de doce años de trabajo. El último fue el del 90, el primero de Freddy Rincón con los diablos rojos de Cali. Su sustituto fue Diego Edison Umaña, quien perdió el cetro a expensas del Atlético Nacional de Medellín que, con Hernán Darío Gomez en la dirección técnica, se proclamaba campeón después de esperar toda una década.
Al año siguiente los directivos del cuadro americano contrataron a Francisco Maturana, quien había regresado a Colombia luego de abandonar la conducción del Valladolid español. Con Pacho al frente, la hinchada del América volvió a disfrutar de un título. La implantación del sistema Maturana trajo a las filas rojas al arquero argentino Angel David Comizzo, al central Giovanni Cassiani y a los volantes Leonel Alvarez yt Néstor Villarreal. Al tiempo el equipo creció mucho con el surgimiento de Harold Lozano, quien ya había demostrado su valía en el preolímpico de Paraguay.
Freddy Rincón lució la banda de capitán y terminó siendo la gran figura del equipo. Culminaba así su mejor año en el fútbol colombiano y, pleno de expectativas, se aprestaba a encarar un 93 que lo tendría como protagonista de su Selección en
Actualmente, no todo es color de rosa para este jugador colombiano, ya que desde marzo de este año
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