sábado, 3 de mayo de 2008

Raulito.


Decir el nombre María Esther Duffau, puede no significar nada para nadie. Algunos podrán pensar que se trata de alguna dama de cierta alcurnia, que todas las semanas se junta con sus amigas a tomar el té de las 5 de la tarde. Pero, ¿qué sucede si decimos que la ignota María Esther se apoda “La Raulito”? No solamente muchos sabríamos a quien nos estamos refiriendo, sino que daríamos por tierra a la imagen de señora de sociedad, como algunos suelen decir.

La Raulito nació en el año 1933 en Villa Urquiza, un barrio relativamente tranquilo de la Capital Federal. Y su vida no fue fácil. Muchas idas y vueltas en el seno de una familia muy pobre, le hicieron tomar la decisión de agarrar la calle y hacer de ésta su hogar. Entre tanto ir y venir vio en el fútbol un oasis frente a toda la mierda que la rodeaba. Y parece que primero fue hincha de Argentinos Juniors, pero ella misma fue quien dijo que más tarde se dio cuenta que prefería los colores del pueblo, que quería a Boca. “Nadie me hizo de Boca, yo solita ya sabía que esos colores me iban a dar muchísimas alegrías. Por suerte, elegí bien”.

Dicen que su vida en la calle fue la que le impuso esa apariencia casi de hombre, básicamente, para poder sobrevivir en la jungla de cemento. También dicen que dicen que toda su vida renegó de su condición de mujer, y por eso quería alejarse de ella lo más que pudiera. La cuestión es que, con su pelo bien cortito, se metió en el corazón de los hinchas de Boca Juniors y de los distintos jugadores que pasaron por la institución en los largos años que La Raulito militó como la hincha más fervorosa que haya tenido el club. Parece que la felicidad de esta hincha pasaba por el club de la ribera. Su vida estuvo siempre pintada de azul y oro.

Es probable que a ella se deba la inclusión del público femenino dentro del mundo futbolístico. Si bien es cierto que su imagen andrógina hace pensar que tal vez por eso, haya sido abrazada por la hinchada más populosa del país, no podemos obviar que abrió la puerta para que muchas mujeres hoy se sientan parte del espectáculo deportivo.

Nunca hubo un interés de por medio en su vínculo con el club. Todos la reconocían, todos la saludaban: jugadores, dirigentes, hinchas. Pero ella siempre dejó bien en claro que lo que la unía a Boca era una profunda pasión, que allí empezaba y allí se agotaba. Nunca llevó agua para su molino. Y así fue como hace nueve años, se fue a vivir al Asilo del Hospital Rawson en unas condiciones que, lamentablemente, son la realidad de los hospitales públicos de este país, y a las que muchos parecen haberse resignado. Sin embargo, ella nunca se acostumbró: hay imágenes que la muestran reclamando por el modo en que allí se vive; por la poca preocupación de las autoridades para que las personas que no tienen recursos y viven en el asilo pudieran tener una mejor calidad de vida.

Hacía muchos años que La Raulito estaba enferma. Y, además de su enfermedad, parece que tenía que soportar amenazas en el asilo por su devoción por Boca Juniors. Finalmente, una descompensación general, hizo que ayer, su corazón xeneixe dejara de latir. Justo antes de que el equipo de sus amores se jugara una parada importante para seguir en la Copa Libertadores. Y tan símbolo era La Raulito que, antes de comenzar a jugar, se hizo un minuto de silencio y el plantel de Boca utilizó un brazalete negro durante todo el partido.

Qué ridículo suena ahora, escuchar a alguien decir que es incondicional de su equipo solamente porque fue a ver dos partidos en un torneo y que por eso siente la pasión. Qué estupidez pensar que los jefes de las barrabravas con sus negociados oscuros son los que se creen que bancan la parada y simbolizan la pasión de los hinchas. Hubo una mujer que dedicó su vida a la pasión más concreta que haya podido sentir. Ese fue el objetivo de su vida. Así vivió y así murió.

Sería lindo, entonces, recordar que no hace falta demostrar la pasión frente a los demás. Que eso se lleva adentro. Y que de ningún modo es necesario matarse a golpes para justificar lo que, para La Raulito como para tantos otros, es el sentimiento más profundo.


1 comentario:

IDT dijo...

Y aca tenemos un ejemplo que ser un hincha no es ser violento contra otros equipos...sino, mostrar la pasion por el tuyo.