lunes, 14 de julio de 2008

No más.


Hace 16 años que Sudáfrica volvió a participar de los Juegos Olímpicos.

Su inclusión, en los juegos, estuvo vedada desde Tokio 1964 hasta Barcelona 1992, debido a que el Comité Olímpico Internacional consideraba al apartheid como un sistema inhumano. Por lo tanto, se decidió sancionar al país del sur de África no dejándolo participar de las competiciones olímpicas, mientras durase ese régimen político.

Sudáfrica había sido, por años, una colonia holandesa, como tantos otros territorios de ese continente. El apartheid es el resultado directo de dicha colonización que se dedicó a segregar, por cuestiones de raza, al pueblo negro del resto de los habitantes de esas latitudes. Este sistema había sido utilizado desde épocas muy tempranas sólo que, a partir de 1948, adquiere un carácter de política oficial en tanto las leyes de la república de Sudáfrica aceptan el apartheid como modelo político y rector del territorio de este país del África subsahariana.

Una ley promulgada en 1950 reservaba ciertos distritos en las ciudades donde sólo podían ser propietarios los blancos, forzando a los no blancos a emigrar a otros lugares. Las leyes establecieron zonas segregadas tales como playas, transportes, hospitales, escuelas y hasta bancos en las plazas públicas. Los negros debían portar documentos de identidad en todo momento y les era prohibido quedarse en algunas ciudades o incluso entrar en ellas sin permiso. Al momento de instaurar esta ley, la Corte Suprema de Sudáfrica había votado en contra de la aplicación de la misma. Pero, por esas cosas que tiene el Estado, el Poder ejecutivo decidió reformar la Corte Suprema, incluyendo más jueces favorables a esta política derechista. Cualquier semejanza con la década del 90 en Argentina, es pura coincidencia.

Según los defensores del apartheid, la discriminación contra los negros estaba basada legalmente en que éstos no eran ciudadanos de Sudáfrica, sino ciudadanos de otros estados independientes, creados con el fin de alojar a los negros que constituían el 80% de la población. A esta población se le eliminó la ciudadanía sudafricana y se les consideraba como transeúntes. Entre los años 1960 y 1980, el gobierno forzó a la población negra a reubicarse en dichos estados que habían sido designados para ellos.

Por supuesto que, toda esta política, indujo a la creación de movimientos de resistencia que comenzaron de modo pacífico y, en algunos casos, se decidieron por la acción violenta. Muchas manifestaciones fueron reprimidas brutalmente, dejando saldos de hasta 500 muertos, en la más sangrienta de ellas. Uno de los líderes de la resistencia, Nelson Mandela, fue encarcelado y condenado a cadena perpetua. En su declaración judicial pronunció una frase memorable que fue el disparador para que el mundo se enterase de lo que estaba sucediendo en Sudáfrica. Las palabras de Mandela fueron las siguientes: “He luchado contra la dominación de los blancos y contra la dominación de los negros. He deseado una democracia ideal y una sociedad libre en que todas las personas vivan en armonía y con iguales oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir y lograr. Pero si fuese necesario, también sería un ideal por el cual estoy dispuesto a morir”.

Toda esta situación fue la que llevó al Comité Olímpico Internacional a dejar afuera de las competiciones a la delegación sudafricana. Sabemos que el espíritu de los juegos intenta ser de integración de todos los pueblos, dentro de un marco de respeto e igualdad. Sería, entonces, posible pensar en que esta decisión del COI fue la más acertada en su momento. Pero se me ocurre pensar en este 2008 que transitamos. En los juegos que ya están por comenzar en Beijing que, como es conocido por todos, traen aparejados unas cuestiones políticas nada agradables. Hablamos de una China que, hace años, tiene a la región del Tíbet totalmente sometida y cometiendo atrocidades en contra de los derechos humanos. Y, sin embargo, se decide que los Juegos Olímpicos se realicen en aquél país oriental.

Cabe, entonces, preguntarse, cuál es la vara que mide este tipo de decisiones del Comité Olímpico. Claro está que, en términos económicos, China y Sudáfrica representan intereses muy diferentes para el Primer Mundo. China es un país altamente desarrollado, considerado una de las potencias mundiales con mayor futuro dentro de este planeta. Sudáfrica, a pesar de ser el país mas pujante del continente africano, tiene un peso relativo totalmente menor en el contexto mundial.

En este sentido, no estaría demás pensar que las decisiones del Comité Olímpico Internacional, tienen un fuerte fundamento económico. Lo que es “políticamente correcto” varía según los intereses. Una vez más, nos enfrentamos a la tan mencionada hipótesis de que el deporte no puede disociarse de la política.

Después de muchos años de opresión, el régimen del apartheid desapareció de Sudáfrica y el país ha vuelto a participar de las competiciones olímpicas.

Esperamos poder decir,en un tiempo no muy lejano, que los habitantes del Tíbet viven en libertad.


Evangelina Diaz Quijano



4 comentarios:

No, gracia a vo´ dijo...

Muy bueno Evangelina! Un post realista que invita a la reflexión y autocrítica.

Hoy en día no los Juegos Olímpicos le escapan al interés económico.

Saludos,

Migue

Anónimo dijo...

muy buen post evi!!!!!.abrazo chicos!!!!!

Marco dijo...

Estaría bien que el Comité se fijara en la política externa de Estados Unidos.

Buen post.

Un saludo.

Mauricio dijo...

Excelente informe. Real y profundo.

Besos!

Mauri