Boca vende, ya lo sabemos. Y ni hablar cuando pierde. Todo
se maximiza.
Que el equipo no juega bien es una realidad evidente desde hace más de seis años si queremos ser
exquisitos y líricos. Si somos un poco más austeros, debemos remontarnos a los
equipos de Falcioni, con una solidez defensiva extrema, pero carentes de creatividad y lujos.
¿Qué daría hoy Bianchi por tener la solidez de le época de
Falcioni?. ¿Podrá levantar a este equipo?.
Muchos interrogantes para tan pocas respuestas.
El entrenador y el equipo ya saben que no van a contar con
Riquelme por tiempo indeterminado y que la influencia de Román en el 11 titular
ya no es la misma que varios años atrás. Entonces Bianchi, apeló en este
arranque a un 4-4-2, postergando ese 4-2-3-1 que utilizó en la pretemporada y
del que tantas quejas recibió de parte de sus jugadores.
El arranque ante Newells no fue malo, todo lo contrario.
Boca hizo un buen trabajo. Anuló al equipo rosarino, propuso jugar lejos de
Orión y tratar de golpear con la velocidad de Martinez. No estuvo lejos, de
hecho tuvo las mejores situaciones de gol en los pies de Gigliotti.
El primer tiempo con Belgrano fue bueno, se puso en ventaja
y dominaba a placer a un equipo que se mostraba extrañamente desordenado y
apático en algunas situaciones claves del juego.
Extrañamente entró dormido en el arranque del segundo tiempo
y dos desconcentraciones defensivas lo dejaron abajo en el marcador. A partir
de ahí, no supo. Quizo pero no pudo.
El problema de Boca es más anímico que futbolístico. Si futbolísticamente,
supera a su rival como en el primer tiempo, puede repetirlo.
El problema de Boca es que se cae ante la primera
adversidad. Un gol en el arranque del segundo tiempo, es duro para cualquiera,
pero por delante hay cuarenta y cinco minutos para recuperarse.
Boca tropieza y cae, como aquel boxeador que esta Groggie y
que sabe que recibe un golpe y termina en la lona.
Y ahí es donde se empieza a notar el fastidió de los
jugadores. Donde Gago en lugar de arengar, se queja de todo lo que el árbitro
cobra. Donde Sanchez Miño deja de correr, donde Gigliotti no piensa mas en
jugar sino en pelearse con los centrales. Ahí es donde el desconcierto empieza.
Rigoni lo empató y Belgrano, que lejos estuvo de jugar un
buen partido, tomó confianza y se adelantó en el campo. Boca no solo perdió
tenencia de balón, sino que todas las pelotas divididas eran de los celestes.
El penal de Lollo solo aumentó las dudas del local y agrandó a Belgrano.
Boca necesita 90 minutos de concentración plena,
contundencia en el arco rival y solidez en el área propia, un combo que hoy
parece inalcanzable de cara al partido con Rafaela.
Van solo dos fechas. El presente es preocupante, pero hay
tiempo para levantarse, aunque un próximo golpe, puede ser el de knout out.
Martín Gallo
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