martes, 18 de febrero de 2014

Al borde del knout Out



Boca vende, ya lo sabemos. Y ni hablar cuando pierde. Todo se maximiza.
Que el equipo no juega bien es una realidad evidente  desde hace más de seis años si queremos ser exquisitos y líricos. Si somos un poco más austeros, debemos remontarnos a los equipos de Falcioni, con una solidez defensiva extrema,  pero carentes de creatividad y lujos.
¿Qué daría hoy Bianchi por tener la solidez de le época de Falcioni?. ¿Podrá levantar a este equipo?.
Muchos interrogantes para tan pocas respuestas.
El entrenador y el equipo ya saben que no van a contar con Riquelme por tiempo indeterminado y que la influencia de Román en el 11 titular ya no es la misma que varios años atrás. Entonces Bianchi, apeló en este arranque a un 4-4-2, postergando ese 4-2-3-1 que utilizó en la pretemporada y del que tantas quejas recibió de parte de sus jugadores.
El arranque ante Newells no fue malo, todo lo contrario. Boca hizo un buen trabajo. Anuló al equipo rosarino, propuso jugar lejos de Orión y tratar de golpear con la velocidad de Martinez. No estuvo lejos, de hecho tuvo las mejores situaciones de gol en los pies de Gigliotti.
El primer tiempo con Belgrano fue bueno, se puso en ventaja y dominaba a placer a un equipo que se mostraba extrañamente desordenado y apático en algunas situaciones claves del juego.
Extrañamente entró dormido en el arranque del segundo tiempo y dos desconcentraciones defensivas lo dejaron abajo en el marcador. A partir de ahí, no supo. Quizo pero no pudo.
El problema de Boca es más anímico que futbolístico. Si futbolísticamente, supera a su rival como en el primer tiempo, puede repetirlo.
El problema de Boca es que se cae ante la primera adversidad. Un gol en el arranque del segundo tiempo, es duro para cualquiera, pero por delante hay cuarenta y cinco minutos para recuperarse.
Boca tropieza y cae, como aquel boxeador que esta Groggie y que sabe que recibe un golpe y termina en la lona.
Y ahí es donde se empieza a notar el fastidió de los jugadores. Donde Gago en lugar de arengar, se queja de todo lo que el árbitro cobra. Donde Sanchez Miño deja de correr, donde Gigliotti no piensa mas en jugar sino en pelearse con los centrales. Ahí es donde el desconcierto empieza.
Rigoni lo empató y Belgrano, que lejos estuvo de jugar un buen partido, tomó confianza y se adelantó en el campo. Boca no solo perdió tenencia de balón, sino que todas las pelotas divididas eran de los celestes. El penal de Lollo solo aumentó las dudas del local y agrandó a Belgrano.
Boca necesita 90 minutos de concentración plena, contundencia en el arco rival y solidez en el área propia, un combo que hoy parece inalcanzable de cara al partido con Rafaela.

Van solo dos fechas. El presente es preocupante, pero hay tiempo para levantarse, aunque un próximo golpe, puede ser el de knout out.

Martín Gallo


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