En la semana previa al clásico rosarino se habló mucho más
de Newells que de Central. Si jugaba Maxi, si Bernardi llegaba 100% o no
arriesgaba o si era el último clásico de Heinze.
El local llegó al clásico con un punto menos que Central,
pero con dos años de fútbol de alto vuelo, con la obtención de un título y una
semifinal de copa como aval de todo lo bueno que empezó Martino y que siguió
Berti.
Newells llegó al clásico agrandado, sabiéndose superior al
rival a nivel equipo, aún con las bajas importantes que tenía.
Con ese contexto y con todo el público en contra, apareció
la imagen de Miguel, el gran ganador de la jornada.
El planteo de Russo fue perfecto. Central jugó su partido en
el medio. Ahí debía ganarlo y ahí lo ganó. El técnico de Central puso dos
delanteros devenidos en volantes externos para contener la subida de los
laterales Casco y Cáceres, quizá las armas más importantes del local en ataque.
Medina se ocupo de que a Casco ni se le ocurriera pasar al
ataque y Carrizo hizo lo propio con Cáceres. Entonces Newells no podía jugar
por los costados como hace habitualmente y debía centralizar su juego. Y ahí
fue donde Russo cantó retruco. Puso a su doble cinco encima de los creadores de
Newells. Domínguez encima de Banega y Jesús Mendez encima de Bernardi.
El trabajo defensivo fue impecable. Ninguno de los cerebros
de la “Lepra” pudo pensar ni jugar claro.
Central bloqueó por completo a su rival, lo obligó a jugar
incomodo, a tirar pelotazos o en su defecto, a que la pelota la llevaran Heinze
y Victor Lopez, dos tipos que están más para marcar que para jugar.
Y Newells no pudo. Intentó pero nunca encontró claridad.
Solo en el segundo tiempo, cuando ingresó Tonso, encontró desborde por los
costados, pero el “Pedro” del local estaba demasiado solo. Y cuando lograba
desbordar a Ferrari o a Delgado, se encontraba con Carrizo o con Jonas Aguirre
que daban una mano atrás.
¿Y Central? Central fue práctico. No le interesó nunca la
tenencia de pelota, si el orden, el sacrificio, la concentración y la salida
rápida de contra.
Carrizo y Medina se sacrificaron en la marca, pero cuando
tuvieron que atacar lo hicieron. Delgado y Ferrari, cerraron su lateral pero
lastimaron cada vez que pasaron a campo rival.
Mendez pisó el área seguido y lo tuvo en dos oportunidades
que Guzmán impidió. Y los puntas hicieron todo perfecto.
Abreu jugó un partido bárbaro. Ganó siempre de arriba y fue
punto de referencia en cada ataque del visitante mientras que Niel, hizo nada
menos que el gol de la victoria.
Así lo ganó Central, cuando Delgado quitó en mitad de
cancha, agarró mal parado al local y encaró. Los centrales salieron en su
búsqueda y abrió para Niel, que entró
por izquierda y definió cruzado ante la salida desesperada del arquero local.
Así lo trabajó Central, así lo había soñado Russo, así lo
pensó y así Central le volvió a ganar a Newells y es (al menos hasta el próximo
clásico) el dueño de la ciudad.
Martin Gallo.
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