DEPORTIVO ESPAÑOL
Un puñado
de emigrantes españoles fundó el Deportivo Español en un bar de Buenos Aires en
1956.
La historia
del club es el testimonio de los valientes que cruzaron el Atlántico con las
manos vacías y lograron salir adelante. Ellos dejaron en Argentina el
sacrificio de su trabajo, su carácter, sus costumbres gastronómicas y también
un club de fútbol.
El hogar
deportivo que construyeron con tanto esfuerzo está en la ruina. El equipo voló
tan alto como Argentina y se hundió a la misma velocidad. Los anhelos de gloria
que arrastraron el país a la bancarrota también condenaron al Deportivo Español
al olvido. Un terreno donde el cosquilleo del recuerdo, por más bello que sea,
no paga la supervivencia.
El 12 de
octubre de 1956, un grupo de gallegos fundó el Deportivo Español en el bar La
Mezquita de Buenos Aires. Era un equipo de fútbol pensado para aglutinar a los
numerosos españoles en Argentina. También la respuesta a iniciativas como de la
de los italianos que habían creado el Sportivo Italiano con el mismo propósito
años antes.
“Los clubes
vinieron con la inmigración y se multiplicaron”, explica el periodista
argentino Ezequiel Fernández Moores. “Son lugares en los que los inmigrantes
encontraban un lugar de identidad”.
Los
fundadores reprodujeron su país a una escala de 15 hectáreas en el Bajo Flores,
un barrio de clase trabajadora de la zona sur de Buenos Aires que poblaron
muchos inmigrantes en aquella época.
El club
llegó a tener uno de los mejores restaurantes de comida española de la ciudad,
una sala de fiestas para 2.500 personas, cinco piscinas, 12 canchas de fútbol y
dos gimnasios. La importancia de aquellos espacios de integración fue
inmortalizada en la inolvidable película Luna de Avellaneda, de Juan José
Campanella.
“Íbamos con
los amigos del barrio o solos a la pileta [la piscina], jugábamos al fútbol, al
tenis y cuando jugaba Español de local, entrábamos a verlo”, recuerda Sergio
Pérez, uno de sus aficionados. “Había música y comida gallega, se hablaba de
España”.
UNA
ESPECIE DE JESÚS GIL
En su época
de esplendor, el Español alcanzó los 25.000 socios. El éxito social empujó el
primer equipo a Primera División en apenas 10 años. Pero apenas se mantuvo una
temporada. Después apareció Francisco Ríos Seoane. El punto y aparte en la
historia del club.
Ríos Seoane salió de la localidad
coruñesa de Ordes a los 18 años y creó un imperio de pastelerías de la nada.
Era el Corleone del circuito gallego de bares y restaurantes de Buenos Aires.
“Ríos Seoane era un vivo potenciado, un hombre
difícil de tratar”, dice Fernández Moores. “Tenía ínfulas y el fútbol le daba
un amplio lugar para expresarse”.
El entonces
presidente de Boca Mauricio Macri estaba detrás del primer pedido de quiebra
que sufrió el club, en 1998. El juez era Juan Garibotto y, según consigna el
sitio web Nos Digital, “Macri faltó a todos los códigos: Boca, su club, fue el primero en más de cien años en pedirle la quiebra
a otra entidad deportiva. Todo por una insólita suma de 80 mil dólares”.
El
empresario Macri le había propuesto a Ríos Seoane mudar a Español a Mar del
Plata. La nueva sociedad anónima se iba a llamar Unión Española. El plan
fracasó.
Ríos Seoane
salió del Español en 1996. Los problemas no habían hecho más que empezar. El
empresario fue acusado de instigar el asesinato de un opositor a su gestión que
murió quemado en su negocio a pocas manzanas del club. Estuvo 90 días en
prisión, pero al final el caso se archivó. El equipo perdió la categoría y el
corralito sacó a la luz una caja B llena de pagos informales y facturas con
telarañas. El agujero económico de la entidad, que ya nadie sabía si era en
dólares o pesos, superaba los 12 millones.
RESURGIMIENTO
El problema
más español se resolvió a la argentina. Luis Tarrio Gomez (vicepresidente) le
había prometido a su hijo que no dejaría morir el club.
Los niños
que se habían criado en el Bajo Flores (la segunda y tercera generación de la
inmigración española) se conjuraron para salvar el club y lo lograron. Tarrio
conoció al abogado y periodista Cesar Francis, hoy directivo del San Lorenzo de
Almagro. Francis es uno de los mayores defensores de los clubes de barrio de
Argentina. La jugada a tres bandas que idearon salvó al Deportivo Español.
A pocos
días de la subasta de quiebra, consiguieron que el ayuntamiento de la ciudad
expropiara los terrenos del Deportivo Español para ceder su explotación a un
tercero. El beneficiario era el mismo club con otro nombre. La carambola que
hizo posible la operación la propició el todopoderoso Julio Grondona,
presidente de la federación de fútbol argentina. La institución mantuvo la
licencia a esta nueva asociación que en realidad era la misma que estaba en
quiebra. Así el equipo pudo seguir compitiendo. Las impugnaciones judiciales de
los acreedores no se hicieron esperar. Pero el Español ganó el tiempo que
necesitaba.
Ya con
Mauricio Macri en la alcaldía de Buenos Aires, el acuerdo se hizo carne. La
ciudad se quedó con la mitad de las instalaciones del club, unas siete
hectáreas que ahora pertenecen a la Policía Metropolitana. El Deportivo Español
conservó el estadio y terreno suficiente para darse una segunda oportunidad.
Hoy por
hoy, la Ciudad Deportiva del Club Deportivo Español se ve comprendida por el
salón restaurante y salón de fiestas, glorieta con mesas al aire libre, cancha
de papi fútbol, sector de estacionamiento, canchas de tenis sobre cemento,
canchas auxiliares y el Estadio Nueva España.
TRAYECTORIA DEPORTIVA
·
Temporadas en Primera B: 27 (1961-1966,
1968-1972, 1980-1984, 2000/01-2001/02, 2003/04-2010/11, 2014-)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario