lunes, 23 de octubre de 2006

Programa Jueves 19 - 10 - 2006

La historia del día con el curioso dato del orígen del nombre de Olimpo de Bahía Blanca y un increíble cuento del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Que los disfruten y esperamos que sigan acompañandonos todos los jueves.




Olimpo de Bahia Blanca

El 15 de Octubre de 1910, un grupo de ciudadanos de Bahía Blanca se reunieron con un sólo objetivo, el de formar un club que se dedique al deporte, en especial a la práctica del fútbol.De esa forma, se formó la primera comisión directiva que se ocuparía de levantar el club en lo social y obviamente en lo material.
En primer lugar, se decidió por votación de 11 a 2 que el nombre sea Olimpo, en referencia al monte que la mitología griega señala como "cuna y morada de los Dioses". Quedaron así en camino otras propuestas como Libertad y River Plate.Y finalmente, fue el ciudadano Avellanal el que propuso los colores amarillo y negro, ya que nacido en Uruguay, era simpatizante de Peñarol de Montevideo.Así, el club fue armando sus bases y transformando en una institución deportiva muy fuerte, llegando a ser, hasta el día de hoy, la más importante de Bahía Blanca. Durante casi 100 años se ha destacado en actividades como el básquet, en donde llegó a ganar el Argentino de Clubes y participar de la Liga Nacional y también en natación.Pero sin lugar a dudas el fútbol fue y es su bastión más poderoso. Es el mayor ganador de la historia de la Liga del Sur, cuenta con el mejor estadio, es el primer club de la región en llegar a competiciones nacionales, en lograr títulos de ascenso, en tener presencias en pre-Libertadores y hasta triunfos en los estadios más importantes del país.




En serio y en serie

Don Howe, técnico de las selección inglesa, afirmaba en 1987:

- Jamás podrá ser un buen futbolista el jugador que se sienta contento después de perder un partido.

El fútbol profesional, cada vez más rápido, cada vez mas bello, tiende a convertirse en un certamen de velocidad y fuerza, que tiene por combustible el pánico de perder.
Se corre mucho, se arriesga poco o nada. La audacia no es rentable. En cuarenta años, entre el Mundial del 54 y el del 94, el promedio de goles se ha reducido a la mitad, aunque en el 94 se otorgó un punto más a cada victoria, con la intención de desalentar el empate. Aplaudida la eficiencia de la mediocridad: cada vez abundan más en el fútbol moderno, los equipos integrados por funcionarios especializados en evitar la derrota, y no por jugadores que corren el peligro de actuar con inspiración y dejarse llevar por la improvisación.
El jugador chileno Carlos Caszely se burlaba del fútbol avaro:

- Es la táctica del murciélago – decía – los once jugadores colgados del travesaño.

Y el jugador ruso Nikolai Stárostin se quejaba del fútbol a dirigido a control remoto:

- Ahora los jugadores parecen todos iguales. Si les cambian las camisetas, nadie los reconoce. Todos juegan igual.

Jugar en serio y en serie, ¿es jugar? Según los entendidos en la raíz y el sentido de las palabras, jugar es bromear, y la palabra salud expresa la máxima libertad del cuerpo. La controlada eficacia de las repeticiones mecánicas, enemiga de la salud, está enfermando al fútbol.
Ganar sin magia, sin sorpresa ni belleza, ¿no es peor que perder? En 1994, durante el campeonato español, el Real Madrid fue derrotado por el Sporting de Gijón. Pero los hombres del Real Madrid habían jugado con entusiasmo, palabra que por su origen significa “tener a los dioses adentro”. El técnico, Jorge Valdano, recibió con una buena cara a los jugadores en el vestuario:

- Cuando se juega así – les dijo – hay permiso perder.


Eduardo Galeano – “El fútbol a sol y sombra”

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