lunes, 10 de marzo de 2014

La maquina rosarina .



El 29 de Diciembre del 2011 la vida de Newells cambió por completo.

El equipo se estaba yendo al descenso. Último en los promedios, sin ganar de local en casi todo el año, con mucho juveniles y pocos referentes, Martino asumió en el club con un panorama oscuro.

“De esta solución se sale trabajando mucho” fue su frase en la primer conferencia de prensa que dio en Rosario. Martino sabía de su capacidad, pero entendía que la situación era muy complicada y que había que trabajar mucho en la psicología del jugador, en fortalecerlo anímicamente y en hacerle creer que para poder zafar de la situación, había que tomar riesgos y apostar a ir al frente en cualquier campo.

Obviamente, el regreso al club de jugadores del vientre “Leproso” fue fundamental para construir este presente maravilloso.  El sentido de pertenencia pudo más que los dólares europeos y entre otros, emprendieron la vuelta Scocco, Maxi Rodríguez, Heinze y Bernandi, que había tomado la decisión de irse de Rosario, decidió quedarse.

Martino cambió la mentalidad, impuso su filosofía y les hizo creer a los jugadores que la manera de salvarse era poner la pelota al piso, jugar a dos toques, rotar, hacer diagonales, aparecer por sorpresa y atacar. Fácil desde la teoría, complicado desde la práctica, pero mucho más sencillo si el plantel acata la idea, la implementa y empieza a creer que esa es la manera.

Cuarto en el primer torneo con 32 puntos, subcampeón en el segundo con 35 y descenso olvidado, mientras otros equipos como Independiente y Unión, que habían arrancado la temporada en descenso junto a Newells, se iban a la segunda categoría del fútbol Argentino.

Campeón indiscutido en el torneo siguiente jugando en un nivel altísimo y segundo el torneo pasado, con chances de  jugar una final con San Lorenzo si le ganaba a Lanus, Newells coronó un 2013 brillante con una gran actuación en la Copa Libertadores donde llegó a semifinales y cayó por penales con el Atlético Mineiro.

Martino ya había hecho su trabajo y la herencia le caía a Alfredo Berti, un hijo prodigo del club, pero desconocido en un banco de suplentes de primera. Martino se iba desgastado y enseguida se le abría la posibilidad de dirigir al mejor equipo del mundo, al que siempre quiso asemejar en su Newells.
 



Berti continuó el legado de “Tata” y estuvo doce partidos sin ganar, donde el equipo erraba mucho lo que generaba y por eso no podía llevarse los tres puntos. Se habló mucho de la continuidad del entrenador, pero el presidente y los jugadores lo bancaron, nunca perdieron la confianza por lo que hacían y respetaron esa ideología. Era cuestión de acertar en el arco rival para escapar de la racha porque el rendimiento era bueno.

El 23 de Febrero algo cambió. Newells le dio una paliza a Rafaela en Rosario. Lo goleó 4 a 1 con un fútbol de altísimo nivel. Cuatro días después, arruinó a Nacional de Uruguay por la Copa Libertadores. Lo despedazó al equipo Uruguayo, lo minimizó por completo, lo hizo sentir así de chiquitito. Fue 4 a 0 y pudo ser más.

El miércoles pasado recibió a Vélez en Rosario. Vélez venía de ganar todo en la copa, de ganarle a Boca y de quedar cerca de Colón. Newells no le tuvo piedad. Lo aplastó 4 a 1 con un baile infernal en el segundo tiempo. Ya sin Scocco, sin Maxi, sin Banega, sin Cáceres, pero con Ponce, con Diaz, con Figueroa, con Bernardi. En Newells no importa quién juega porque todos conocen a la perfección la partitura para tocar la mejor canción.

Newells me despierta sentimientos ambiguos. Admiración y envidia. Admiración de la dedicación al trabajo, de cómo los jugadores interpretaron la idea y de cómo la ejecutan, admiración del sentido de pertenencia de sus jugadores para con la camiseta. Envidia por todo lo mismo.

Newells provoca que me quede frente a la tele los 90 minutos sin moverme y si provoca eso en mi que no soy de Newells, no me imagino lo que será en Rosario.

Los invito a que lo vean, no solo a ustedes queridos lectores, sino a todos los jugadores del fútbol argentino, para que se den cuenta, que lindo es jugar a dos toques y tratar bien a la “caprichosa”.

Martin Gallo.
 

 

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